jueves, 14 de febrero de 2008

Conexiones

La luciérnaga o bichito de luz, es un insecto. Pero no cualquiera. Este bichito puede dejar la luz prendida todo el tiempo que quiera y no pagarle nada a EPEC.
EPEC es la empresa provincial de energía de Córdoba. Está emplazado en la capital, frente al parque Las Heras.
El parque Las Heras es muy bello de día y demasiado oscuro de noche. Allí conviven borrachos, prostitutas y, hasta antes que la robaran, la estatua de Gardel.
Gardel decía que el día que me quieras no habrá más que armonía. Mi abuelo lo escuchaba a la mañana mientras se afeitaba en la cocina con una brocha llena de espuma de jabon y una gillete, frente al espejito rosa. Eso es armonía.
Habría que preguntarle a los espejos quien era la mujer más hermosa del barrio, a ver si se animan a decir lo contrario a lo que yo pienso.
Cuando pienso el día a día de los chicos que vende La Luciérnaga, me estremezco.
La luciérnaga es una revista que hacen y venden los chicos de las calles de Córdoba. Los mismos que no podrían pagar EPEC, que no tienen tiempo de ir al parque Las Heras, que no se pueden comprar un cd de Gardel, ni una gillete o un espejo.

viernes, 1 de febrero de 2008

¡Pica!

Que levante la mano el que nunca se enamoró jugando a las escondidas.
Según una amiga italiana, psicóloga ella, La Escondida o Il Escondino, es un acto donde lo que está en juego es nada más y nada menos que la sociabilidad de las personas, la pertenencia. Donde uno, según su momento emocional, dejará o no ser encontrado.
Si bien esto puede, científicamente, tener su sólida base teórica que lo fundamente, contrasta radicalmente con aquel que siempre fuese mi objetivo al participar en dicho juego: enamorarse.
Regla nº 1: intentar por todos los medios no ser el primero en contar, dado que esto dificultaría, en ciertos casos hasta impediría, el cumplimiento del objetivo.
Regla nº 2: Elegir un escondite lo más próximo al de tu enamorada, y, de ser posible, el mismo. Esto es de vital importancia para el desarrollo del juego; a saber:
Regla nº 2, art. 1: En caso de no poder ubicarte en el mismo escondite que la susodicha, debes hacerlo en otro cercano y desde allí, siempre cómplice con ella, hacer las veces de campana ante la peligrosa cercanía del buscador.
Regla nº 2, art. 2: Por el contrario, si encuentras la posibilidad de guarecerte junto a tu amada, debes aprovecharlo al máximo ya que de ser así, tienes el 70 % del objetivo cumplido. En este sentido, cuado te halles a solas con ella debes esperar en inmutable silencio, pero en constante intercambio de sonrisas, que el buscador demore el mayor tiempo posible en encontrarlos.
Regla nº 3: Si el rastreador da finalmente con vuestro escondite debes, disimuladamente y en un gesto de sacrificio para con tu Diosa, salir del mismo dándote por descubierto, y de esta manera, protegerla de los alconizados ojos del enemigo.
Regla nº 3 bis: Si esto no puede llevarse a cabo porque el buscador, no sólo detectó el escondite, sino además, mencionó el nombre de tu protegida, debes esperar que ambos se alejen y rápidamente, cambiar de trinchera. Allí permanecerás hasta que todos y cada un de tus compañeros sean descubiertos.
Regla nº 4: Cuando esto suceda, cuando ya ningún alma tenga posibilidades de salvar el juego, cuando ya tu prometida esté entregada y a total merced de su destino (ya que posiblemente fue ella la primera víctima del buscador, por lo tanto, la próxima en llevar a cabo tan vil tarea), observarás que el villano esté a una prudencial distancia y saldrás intempestivamente de tu madriguera. Cruzarás tu mirada con la de tu enamorada, que, atónita, no comprenderá en que momento modificaste tu guarida; correrás velozmente con media sonrisa dibujada en tu victorioso rostro, apoyarás la mano en el área de la pared previamente denominado “pica” y exclamarás, ya calmo, con tu mejor tono de voz, sabido de tu proeza y contemplando los ojos de tu, sin duda ya, futura esposa: “¡Piedra libre para todos los compas!”.

Y si ella no gusta de vos, jugá al golentra con los amigos del barrio.